Atento a nunca mentir, ya que la mentira corrompe la visión que tienes de las cosas, de igual manera que corrompe las informaciones que tú transmites y enseñas a la gente. De hecho, el mentiroso hace creer en la existencia de lo inexistente y viceversa. Hace creer que lo verdadero es falso, que lo falso es verdadero, que el bien es el mal y el mal es el bien. El mentiroso corrompe así su propia visión de las cosas como sus conocimientos, lo que es un castigo consecutivo a sus mentiras. No contento con ello, el mentiroso hace imaginar las cosas a los que son engañados y se dejan impresionar, corrompiendo la concepción que tienen de las cosas y sus conocimientos. El alma del mentiroso se aparta de la realidad existente para inclinarse hacia la nada, prefiriendo lo falso. Si la capacidad de concebir las cosas y sus conocimientos- que son el fundamento de todo acto de voluntad- se corrompe, todos sus actos serán también corrompidos, y la mentira se transmitirá a sus obras y se manifestará a través de ellas, de la misma manera que se manifiesta a través la lengua. El mentiroso no saca provecho ni de su lengua ni de sus actos...
Ibn Qayyim
Kittab Al fawaid. pág 217 (Les Méditations)
Traducido al castellano por Umm Amina