domingo, 14 de octubre de 2012

Errores cometidos por las esposas✅



Exigir la perfección

Algunas esposas, incapaces de distinguir entre el sueño y la realidad, quisieran que todo fuese perfecto.
Creen que el matrimonio es un paraíso donde los problemas no existen.
Pero en cuanto se enfrentan con la realidad -la crianza de los hijos, las dificultades cotidianas, la convivencia- se sienten incapaces de afrontarlas.
Pensando que se equivocaron al elegir a su cónyuge, se precipitan a pedir la separación.
Esto puede explicarse por varios factores:

-Una escasa educación y preparación para la vida conyugal.
-Excesivas exigencias por parte de la recién casada.
-Desconocimiento de la realidad de la vida en pareja.

La influencia de los cuentos de hadas o de las series de televisión que muestran la vida matrimonial como un remanso de paz idealizado -o, por el contrario, como un infierno del que hay que huir-, lo que distorsiona la visión objetiva de la vida conyugal.

Cuando la mujer llega al hogar conyugal, la realidad suele contradecir aquella visión idílica, y se sorprende al descubrir un mundo muy distinto de lo que imaginaba.

La vida conyugal no es un paseo por lo imaginario, sino una realidad vivida, con su parte de alegrías y de pruebas, a la que hay que enfrentarse con paciencia y buen comportamiento.
El matrimonio es, ante todo, un vínculo basado en la ayuda mutua, la misericordia y la responsabilidad.


Quejarse a menudo y mostrarse ingrata.


Hay esposas que se quejan mucho, agradecen poco y muestran ingratitud.
No saben contentarse con los bienes que Allah les ha concedido.

Cuando se les pregunta sobre su vida, manifiestan descontento, pesar y angustia, comparando su situación con la de otras mujeres que disfrutan de mayores comodidades o de maridos más generosos.

La mujer inteligente, en cambio, debe ser agradecida.
Si se le pregunta sobre su hogar, su marido o su situación, debe alabar a su Señor, recordar Sus favores y aceptar su destino.

Cuando la persona agradece constantemente, las bendiciones fluyen y permanecen; y cuando ve que su situación no mejora, debe comenzar por agradecer a Allah.

La esposa debe agradecer a su Señor incluso si sufre una dificultad, alabarle por lo que Él ha decretado, contener su ira, refrenar sus lamentos y mantener su dignidad.

Quejarse ante la gente no sirve de nada y no alivia el sufrimiento.
La ingratitud hacia el marido no forma parte de las cualidades de la esposa creyente, sensata y piadosa, que se aparta de todo lo que desagrada a Allah.

El Legislador ha calificado el hecho de negar los favores del marido como un acto de incredulidad y ha advertido contra este pecado. (Bujari, hadiz n.º 29, pág. 28)


Recordar sus favores al marido.

Hay esposas que sirven con dedicación a sus maridos y a sus padres, pero a veces caen en el error de recordarles sus buenas acciones.
No se cansan de mencionar, de vez en cuando, los favores que les han hecho o la ayuda que les han prestado, provocando irritación en sus maridos al mostrarse arrogantes y humillarlos.

Recordar las buenas acciones propias es un defecto del cual la buena esposa debe esforzarse en deshacerse de ello.
Esta actitud anula la recompensa de las obras de las cuales se jacta y hiere el corazón de su marido.

Sin embargo, se le permite a la esposa —si desea disculparse o aclarar una situación— recordar algunos de sus servicios sin orgullo ni jactancia, solo como una referencia que refuerce el respeto mutuo y la estima entre ambos.

Informar a extraños de los problemas domésticos.

Algunas mujeres, de poca paciencia, se apresuran a contar la más mínima disputa conyugal a sus padres, hermanos, hermanas o amigas, incluso cuando se trata de algo sin importancia.

Este acto es una falta de lealtad por parte de la esposa, y demuestra ignorancia e inmadurez, ya que con ello pone en peligro su hogar.

La felicidad no consiste en la ausencia total de problemas, sino en la capacidad de los cónyuges para afrontarlos y resolverlos con sabiduría.

Por lo tanto, la esposa debe tener cuidado y no permitir que nadie se inmiscuya entre ella y su marido.
Debe guardar para sí los asuntos íntimos del hogar, incluso ante sus propios padres, excepto cuando el problema sea grave y necesite una opinión o intervención externa.



Traducido al castellano por Umm Amina