▪️🎙Por el Sheij ‘Abd ar-Razzaq al-Badr -que Allah le preserve-:
➡️ Una historia realmente sorprendente, que contiene una gran lección para el musulmán en este aspecto: el de invocar contra el hijo y el de invocar por el hijo.
Un hombre, procedente de un país, había venido a realizar la ‘Umra. Cumplió la Sunna y lo que se ha transmitido, luego se dirigió a al-Multazam (el lugar entre la puerta de la Ka‘ba y la Piedra Negra), donde comenzó a invocar a Allah.
Uno de los soldados encargados de custodiar la Piedra Negra, que acababa de iniciar su turno en ese lugar, dijo:
«Escuchaba una voz rogando en voz alta. Eso despertó mi curiosidad, así que presté atención a lo que decía en su súplica. Repetía una y otra vez:
“Oh Señor, la gente tiene hijos y yo no tengo ninguno, concédeme un hijo.”
Repetía esta frase llorando con intensidad. Como estaba recién incorporado a mi servicio, su voz quedó profundamente grabada en mi oído.»
El soldado relata:
«Dieciocho o veinte años después, me encontraba en el mismo lugar, y de repente escuché esa misma voz en al-Multazam. Recordé enseguida a aquel hombre. Levanté la mirada y vi que era el mismo rostro. Y le escuché suplicar a Allah con el mismo fervor y las mismas lágrimas, pero esta vez diciendo:
“Oh Señor, haz que este hijo perezca.”
Insistía ante Allah, llorando para que acabara con su hijo.
Entonces bajé de mi puesto, lo agarré y lo saqué de al-Multazam. Le dije:
- ¿No eres tú el que, hace dieciocho años, estaba aquí suplicando a Allah que te concediera un hijo?
Él respondió: - Sí.
Le dije: -En este mismo lugar has sido injusto con tu hijo dos veces. La primera, cuando yo te escuchaba, solo decías: “Concédeme un hijo.” No dijiste: “Un hijo piadoso.” No dijiste: “Señor, regálame un hijo virtuoso.” No dijiste: “Concédeme un hijo piadoso.” Solo repetías: “Concédeme un hijo.” Y ahora vienes al mismo lugar a invocar contra él. No actuaste bien ni la primera vez, ni la segunda. Regresa a ese lugar e invoca a Allah para que lo guíe. Llora con la misma intensidad y suplica a Allah que dirija su corazón y lo haga volver a Él.
Entonces lo llevé conmigo, lo introduje de nuevo en al-Multazam, y allí se puso a llorar e invocar a Allah pidiendo la guía de su hijo.»
El narrador prosigue:
«Un año más tarde, ese hombre volvió con su hijo y vino a mi encuentro. Dijo a su hijo: “Cuéntale tu historia.”
Entonces el hijo juró ante aquel soldado, pidiendo la ayuda de Allah, y dijo:
“¡Por Allah! Justo en el mismo momento en que mi padre estaba en al-Multazam invocando a Allah para que me guiara, en ese mismo instante yo me levanté, hice mis abluciones, comencé a rezar y regresé a la rectitud.”
Juraba por Allah que el preciso instante en que su padre suplicaba en al-Multazam por su guía, fue el mismo en que él se purificó, rezó y cambió su vida.»
Esto llama a una gran reflexión. En este asunto hay que ser muy cuidadosos: que ningún padre se precipite, que no se apresure ni se deje arrastrar por la cólera, hasta el punto de invocar contra su hijo cuando se enfada con él o cuando le irrita por ciertos comportamientos, llegando incluso a hacerlo en momentos en los que la invocación es más propicia para ser respondida.
Traducción: https://t.me/elconocimientolegislado
Tomado de: https://t.me/Fawaidislamya/3524
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