Los salaf detestaban quejarse a la gente.
Incluso si hubiera alivio en ello, quejarse sigue siendo un signo de debilidad y bajeza.
Por el contrario, mostrar paciencia absteniéndose de informar de sus desgracias es un signo de fortaleza y honor.
Además, informar a la gente de las desgracias de uno es divulgar un secreto que Allah nos ha confiado.
Y al quejarse, el hombre alegra a sus enemigos y apena a sus amigos.
Imam Abu al-Faraj Ibnoul Jawzih - الإمام أبي الفرج عبد الرحمن بنُ عليّ بن الجوزي
Del libro: Meditaciones sobre la muerte
Tomado de: http://www.3ilmchar3i.net/
Traducido al castellano por Umm Amina
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