Ibn al Qayyim afirma en "Ighathah al lahfan min masaid ash shaytan (1/374)":
"Hay que saber que el canto tiene efectos muy particulares en el corazón, el cual lo impregna de hipocresía.
El canto hace crecer la hipocresía en el corazón del hombre como el agua hace crecer la vegetación de la tierra.
Uno de estos efectos, es que el canto distrae al corazón y lo aparta de la comprensión y de la meditación del Qur'an y de la puesta en práctica de sus preceptos y enseñanzas.
Debido a esto: el Qur'an y el canto nunca podrán estar unidos en un mismo corazón, puesto que se oponen en todo.
- El Qur'an disuade de escuchar a sus pasiones, incita a abstenerse de todo lo ilícito y a renunciar a satisfacer de manera desmesurada sus deseos.
El Qur'an induce a apartarse de cualquier cosa que lleve al desvío.
El Qur'an nos prohíbe seguir los pasos de Shaytán.
- En cambio el canto, alienta a hacer lo contrario de todo lo que se acaba de mencionar, y provoca que este comportamiento sea atractivo a ojos de la gente.
El canto conduce al desvío.
Desestabiliza al alma y la invita a todos los vicios, en particular a la fornicación.
Desde este punto de vista, el canto y el alcohol son como dos hermanos de leche o como dos rivales en competición: quién de ellos incitará más personas al vicio.
Por lo tanto el canto es el hermano de leche del alcohol, su sustituto, su aliado, su camarada, su amigo.
Shaytán ha establecido entre ellos vínculos de fraternidad que nunca se romperán y un juramento de fidelidad inviolable.
El canto es el espía de los corazones que despoja a los hombres de su nobleza.
El canto es el gusano que ataca la razón y penetra en los corazones, descubriendo los secretos más íntimos. Serpentea hasta la parte del corazón que es el asiento de la imaginación y seguidamente, por su efecto, da rienda suelta a sus pasiones, sus deseos, su torpeza, su necedad y su estupidez.
Esto da lugar a que un hombre lleno de dignidad, dotado de razón, habiendo encontrado la paz del alma en la fe y en el Islam y sensible a la dulzura del Qur'an, se da el caso que este hombre después de haber escuchado el canto y haber sucumbido ante su tentación, vea disminuir su razón y atenuarse su pudor, dando lugar a perder toda nobleza y toda dignidad, ganándose así la alegría de su demonio.
Luego se queja a Allah el Altísimo por la debilidad de su fe y porque la lectura del Qur'an le pesa, diciendo: "¡Señor! Que nunca vuelva a escuchar las palabras (el canto) de tu enemigo (Shaytán)".
Empieza a amar lo que detestaba antes de escuchar el canto y pone de manifiesto lo que hasta entonces disimulaba.
Su dignidad y serenidad dan paso al chismorreo, a las mentiras y al chasquido de dedos.
Comienza a sacudir la cabeza y a mover los hombros y golpea el suelo con los pies.
Brinca y gira como giran las moscas alrededor de los animales.
Toca las palmas como hacen las mujeres y muge de alegría como hacen los toros.
A veces se lamenta como un desgraciado y otras grita como un loco.
Se prende perdidamente de las formas del cuerpo de una mujer (o de un hombre) y el deseo de cometer el pecado carnal son los principales efectos del canto.
Y quien escucha el canto continuamente llegará a detestar el Qur'an y no soportará volver a escucharlo.
Y si esto no es hipocresía, ¿qué es entonces la hipocresía?
La razón de todo esto es que el canto es la palabra de Shaytán.
Desde luego la palabra de Shaytán y la del Todomisericordioso, el Qur'an, no pueden unirse en un mismo corazón.
Además, la hipocresía se basa en esta regla: la apariencia contradice el fondo.
Los adeptos del canto son de dos tipos:
- 1- O declara abiertamente su pasión por el canto, en cuyo caso, se trata de un ser sin moralidad,
- 2- O finge que es un ser virtuoso, en cuyo caso se trata de un hipócrita.
De hecho, a él le da la impresión de ser un hombre que desea complacer a Allah y obrar para el otro mundo, mientras que su corazón rebosa de deseos ilícitos y del amor hacia lo que Allah y Su Mensajero detestan como la voz de cantantes y los instrumentos musicales.
En su corazón habita aquello que incita al canto, el cual está vacío del amor hacia lo que Allah y Su Mensajero aman y carece de aversión hacia lo que Allah y Su Mensajero detestan.
¡Esto es la mismísima hipocresía!
Además, la fe se manifiesta en palabras y actos: palabras verídicas y actos de obediencia.
Y la fe aumenta con la evocación de Allah (dhikr) y la recitación del Qur'an.
Y a la inversa, la hipocresía se traduce en palabras falsas y actos de desobediencia.
Y la hipocresía tiene su origen en el canto. La rareza de la evocación de Allah (dhikr), la pereza en el momento de levantarse para orar, la velocidad con la que se realiza la oración, todo esto son algunas de las señales de la hipocresía.
Y pocos son los que han sucumbido a la tentación del canto sin que les corresponda esta descripción.
Por otro lado, la hipocresía está fundada en mentiras.
No obstante, el canto es uno de los tipos de poesía más embustero.
Incita al vicio, el cual embellece a ojos de los hombres.
Y afea la virtud de la que los aparta.
¡Así que todo esto es hipocresía en sí misma!
Además, la hipocresía no es sino engaño, astucia y traición.
Por eso el canto se basa en todo esto.
Además, así como el hipócrita siembra el desorden y la corrupción en la tierra, persuadido de que obra bien como Allah -Glorificado sea- nos informa, del mismo modo quien escucha el canto corrompe su corazón y su estado al estar convencido de que lo vuelve virtuoso.
El cantante y la cantante llaman a los corazones a sucumbir a la tentación de los deseos desmesurados o ilícitos y el hipócrita llama a los corazones a sucumbir a la tentación de la duda.
Por consiguiente, el canto corrompe el corazón.
Por ese motivo cuando el corazón se corrompe, surge la hipocresía ".
Fuente: Talbis iblis p186 (Artimañas de Shaytán)
Sheija Umm ‘Abdillah Al-Wadi’iya - الشيخة أم عبد الله الوادعية
Tomado de: https://salafiyahathariyah.blogspot.com
Traducido al castellano por Umm Amina
Fuente en castellano: https://alhamdulillahialalislamwasunnah.blogspot.com/2021/10/la-musica-es-la-semilla-de-la-hipocresia.html
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